Benchmark

Esquema visual con burbujas que muestran diferentes situaciones donde aplicar benchmarking en marketing digital.

Compararte bien para mejorar de verdad

El benchmark es una de esas palabras que suenan técnicas, pero que en realidad describen algo muy básico: comparar tu negocio con otros parecidos para entender cómo vas. Es como mirar de reojo al de al lado en una carrera, no para copiarle, sino para saber si vas al ritmo adecuado, si te estás quedando atrás o si vas por delante y puedes permitirte arriesgar un poco más.

Cuando haces benchmark, lo que haces es tomar datos reales de tu actividad (visitas, conversiones, tasa de rebote, seguidores, ventas…) y ponerlos junto a los de tu competencia o junto a referencias del sector. Eso te permite detectar patrones, identificar qué estás haciendo bien, en qué estás flojeando, y sobre todo, qué podrías ajustar.

No se trata de copiar, sino de entender

No va de imitar lo que hacen los demás sin pensar. Va de analizar lo que funciona en otros casos, sacar conclusiones y adaptar lo que tenga sentido para ti. A lo mejor ves que tus competidores publican menos contenido pero reciben más visitas: eso no significa que debas bajar el ritmo, pero sí te invita a revisar la calidad, el enfoque o el tipo de temas que estás tratando.

También puedes descubrir que hay oportunidades que no estás aprovechando. Por ejemplo, si casi todos tus rivales están invirtiendo en vídeo y tú ni lo has considerado, puede que te estés perdiendo algo importante. Hacer benchmark te abre los ojos a lo que está pasando fuera de tu burbuja.

Tipos de benchmark

Esquema visual con los cuatro tipos de benchmark: interno, competitivo, funcional y genérico, cada uno representado en bloques diferenciados.
Comparativa visual de los tipos de benchmarking más comunes.

Hay diferentes formas de hacer benchmarking, y puedes usarlas en función del objetivo que tengas:

  • Competitivo: compararte directamente con tus competidores.
  • Interno: analizar distintos equipos, campañas o canales dentro de tu propia empresa.
  • Funcional: fijarte en referentes de otras industrias que puedan inspirarte.
  • Estratégico: estudiar modelos de negocio o decisiones a largo plazo.

¿Por qué deberías hacerlo?

Porque ir a ciegas en marketing es muy fácil… y peligroso. Si no sabes cómo estás respecto a los demás, puedes pensar que todo va bien cuando en realidad estás muy por debajo del nivel medio del sector. O al revés: estar obteniendo resultados excelentes y no saberlo, desaprovechando oportunidades de crecer más rápido.

Además, el benchmarking bien hecho te permite:

  • Fijar objetivos realistas, basados en datos comparables.
  • Evitar decisiones precipitadas o fuera de contexto.
  • Identificar tendencias, amenazas u oportunidades con antelación.

En resumen, hacer benchmark no es un lujo, es una forma práctica de tomar decisiones con los pies en el suelo. No se trata de compararte para frustrarte, sino para entender el contexto en el que te mueves, tomar mejores decisiones y marcarte metas más inteligentes. Si sabes dónde estás, será mucho más fácil saber hacia dónde ir.

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